dijous, 5 de juliol del 2012

A Waiter's Friend

Vaya por delante que tanto Rosa como yo tenemos ya trabajo en Londres, lo que explica que haya tardado tanto en gestar y parir este post. Lo digo por si alguien se pensaba que estábamos mendigando en las calles y, lo que es peor, sin conexión a internet. Nada de eso. Es solo que tengo agujetas en las pestañas y no se me hablan las neuronas.


Rosa ha encontrado trabajo en la empresa Costa Café, una floreciente e industriosa corporación dedicada, bueno, a vender cafés. Pero no os penséis que son cafés cualquiera, no, hay tropecientos tipos de café, fríos, calientes y con madalenas. Tienen incluso su tarjeta de fidelización de clientes y canales de venta por internet, en conclusión: un emporio del otro oro negro. Al parecer la rotación de trabajadores da una media de unas pocas semanas de antigüedad, así que ella está en el camino de liderar el barco en breve, o algo así. La verdad es que para más detalles tendría que ser ella la que os cuente, porque a mí me sabe mal hacer bromas por otros y si lo que queréis es simple, burda y aburrida información sesgada comprad el periódico, chatos.



Yo por mi parte voy a hacer chufla ampliamente de mis primeros escalones en la carrera laboral londinense, porque, total, tampoco es cuestión de amargar la vida al eventual lector y porque la verdad es que me he reído bastante últimamente. Lo primero, esos que dicen que llegas a Londres y pillas curro, mienten como bellacos. Los que dicen que es difícil encontrar trabajo en Londres mienten como bellacos. In medio stat virtus que dijo algún romano timorato y copión -Porque, en realidad, se cree que lo dijo Aristóteles, pero si os escribo μέσον τε καὶ ἄριστον igual os pensáis que os he infectado el explorador y no es el caso. De momento.

Recomanació del Major als ciclistes. A València seria Pay Back. 
Res a vore amb el post però m'ha fet gràcia l'anunci
La realidad de nuestra experiencia, tres semanas tardó Rosa y yo, que soy más vagancio por naturaleza, cuatro, es que si cumples tres sencillas condiciones encuentras trabajo aunque, definitivamente, no en un día, a saber: 1) Habla algo de inglés antes de venir. Si no hablas nada o hablas lo que tras los Pirineos se llama inglés nivel medio quizá encuentres algo de dish-washer o de kitchen porter o, en general, de cleaning. Pero te costará porque necesitas explicarte, al menos, al nivel de que entiendan qué es lo que coño quieres ahí plantado en la puerta del restaurante con esa sonrisa esperanzada y bobalicona. 2) Acepta cualquier trabajo. Menos de puta, si no te va especialmente la marcha -de todos modos es un sector que no he conocido, ni en el sentido bíblico ni en el prosaico, así que no os puedo orientar- pero trinca lo que te ofrezcan porque un puesto "de lo tuyo" puede tardar meses, años o eones, según el perfil. Son muy suyos los brits. Y en todo caso, seamos realistas, ¿te has fijado alguna vez en qué trabajan los inmigrantes en tu país? Ajá, lo vas pillando. y 3) Mueve el culo y echa CVs con garbo. Claro, desde tu casa como que no -si bien es cierto que tanto Rosa como yo lo hemos conseguido contestando a ofertas en Gumtree- pero las posibilidades son directamente proporcionales a las ampollas que acumules en las plantas de los pies, y a lo que se vayan borrando por desgaste las letricas del teclado de tu ordenador.


Yo conseguí el trabajo en una agencia que provee de camareros por horas a hoteles de cuatro y cinco estrellas, generalmente para convenciones, cenorrios y cosas de esas, donde hay que servir a, digamos, setecientos comensales en diferentes puntos de embriaguez (algunos peligrosamente cerca de los puntos suspensivos), y por lo tanto el personal permanente no da de sí en tiempo y forma. Lo primero fue responder a la oferta con un CV semi-tróspido, porque el tróspido XXL me daba un poco de apuro, y recibir un sms (un text dicen los ingleses, que también lo usan como verbo: I text you!) convocándome a selección. Allí, con un gruñido, me indicaron que les rellenara una application form en la sala contigua. La susodicha solicitud era, en realidad, un examen de camarerosidad, si me permitís el neologismo, y tenía preguntas que habrían hecho las delicias de nuestro amigo Dani, camarero vocacional donde los haya -si es que los hay en algún sitio. Eran del tipo: ¿cómo se abre una botella de champán? "En una boda rusa sobre el cráneo del novio o entre las nalgas de la novia indistintamente"; ¿Cómo colocarías estos cubiertos -cuttlery- en la mesa? "¿mande? De dentro pa' fuera, oiga!"; qué es el waiter's friend? "Creo que me queda el comodín del público"; ¿Cómo se hace un Bloody-Mary? "Esta me la sé, que la miré ayer en internet"; ¿Cómo se hace un Gin-Tonic? "Vamos, no me jodas, un gin-tonic, chato, su propio nombre lo indica, ¿qué clase de pregunta es esta?"; ¿Por qué es importante hablar con la gente en los catérings y recepciones? "Porque si no, cómo voy a saber a quién darle mi curriculum" y, en fin, creo que ya os haréis una idea del examen.  


Desde entonces fui agraciado con un puesto en la lista de camareros texteables, y, por lo que se ve, tienen marcha, porque en estas dos semanas he trabajado bastantes jornadas -shifts- (yo os voy enseñando inglés práctico para pringados, just in case que algun@ no se tenga que venir detrás nuestro. Eso que lleva adelantado), entre el Waldorf-Astoria, el Sheraton y el Hilton Metropol. El trabajo está en general bien y en particular es una mierda. Tampoco es eso, solo que te cagas en la Commonwealth cuando te toca polishing durante 5 horas seguidas (una versión moderna de la gota malaya, que en el caso que nos ocupa consiste en  borrar a mano todas las marcas que dejan los lavaplatos industriales en la cubertería, los platos, los vasos o todos los anteriores del tirón). Es justo decir que ya tenía (una vasta) experiencia en el trabajo de camarero en sí y que, por lo que respecta a atender a los clientes, el quehacer nunca me ha desagradado y mi inglés es lo bastante bueno para desenvolverme con soltura y además mejora él solo inopinadamente. Por otro lado el nivel de razonamiento de algunos de los compañeros tiende a cero con alegre facilidad, lo cual me permite hacerlo  outstanding (notable, de cojones) a la vez que me provoca un instinto asesino más que justificado cuando paso con 15 platos y seis tazas, un número indeterminado de cubiertos, tres -putas- veces seguidas y veo al mismo patán con los mismos dos platos mirando bovinamente justo al lado contrario a donde está el mogollón, sentimiento que se incrementa exponencialmente si, sin querer, recuerdo que cobra exactamente lo mismo que yo o más, porque lo que es yo, cobro el salario mínimo. Otros compañeros de fatigas demuestran un dominio del oficio envidiable, todo hay que decirlo, y me darían sopas con ondas a mí y a cualquiera, salvo, quizás, al mentado Dani. Phillip, un inglés que ha trabajado siete años en la hostelería mallorquina y Jorge, un sevillano saleroso son ejemplos de estos últimos.



No os doy más la paliza por hoy. Tengo más cosas y quizá, si encuentro un rato, os cuelgue un nuevo capítulo pronto. Por cierto, por si alguien se lo pregunta el waiter's friend de marras es el sacacorchos ese que llevan los camareros de las bodas, que lo miré al volver a casa, ya sabéis, costumbres de estudiante :) Cada camarero debe aportar el suyo propio, yo me he comprado uno super-molón. Luego las botellas tienen tapón de rosca en todas partes. Of course.



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